La Sociedad de Gestión de
Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria (SAREB) o el “Banco Malo”
como lo llaman muchos parece ser que verá la luz el viernes de la semana
próxima, mediante su correspondiente Real Decreto.
Este macro entre
inmobiliario-financiero será, según
nuestros gobernantes, la panacea a
los problemas que acusa nuestro sector bancario fruto de una codicia y avaricia
desmedida. Yo por desgracia, a
diferencia de los que nos representan, me considero un tanto escéptico de las
bondades del “Banco Malo” que incluso en su nombre (Malo) ya no presagia nada
bueno.
El Banco Malo, que no es
banco ni tampoco necesariamente malvado, se va a encargar de comprar, a un
precio descontado, todo el ladrillo que los bancos no han podido colocar a día
de hoy y que supere la nada despreciable cantidad de 100.000 euros. El
descuento medio será de alrededor de un 63% (dependiendo si son pisos nuevos,
promociones en curso o el más depreciado de todos, suelo) y será este descuento
la penalización que deberán soportar las entidades en compensación del rescate
recibido. Posteriormente, la jugarreta
que se seguirá es vender al público
todos estos activos tóxicos a un precio intermedio entre el de su “valoración”
y el precio por el que lo compró la SAREB.
El coste por el que saldrá
esta estrategia maestra que propone el
gobierno, será en un principio por 45.000 millones de euros provenientes en su
mayoría del FROB pero se podrán ampliar hasta un máximo de 90.000 millones de
euros.
Las dudas son muchas, pues el
precio de la vivienda no deja de caer y aunque los analistas y los expertos nos
aseguran que es ahora el momento ideal de comprar porque los precios ya no
pueden bajar más, esto no es lo que nos muestran las estadísticas que trimestre
tras trimestre muestran como en la mayor parte del país los precios descienden de
forma continua, más si cabe en las zonas costeras de levante donde la
construcción de vivienda residencial y promociones ahora sin finalizar se
expandieron sin control durante la burbuja inmobiliaria. Si a la bajada de
precios le unimos que en un país donde la tasa de paro es desproporcionada lo
último que se piensa es en comprar casas, es probable que la rentabilidad de
las operaciones del SAREB quede en entredicho.
Otro posible efecto que se
podría dar, es que como cabe suponer, mantener un stock en la recamara de
promociones a medio acabar genera un coste, un coste excesivo y prolongado pues
no cabe olvidar que SAREB posee un plazo de quince años para vender su stock y
que venderá de forma paulatina para evitar una caída aún más brusca de los
precios, por lo que como lo ocurrido en Irlanda, se podría decidir por demoler
muchas de estas viviendas construidas (o casi) durante la burbuja inmobiliaria.
En todo caso, la rentabilidad
del Banco Malo se verá durante el funcionamiento del mismo, pero las dudas a
día de hoy y conforme esta el panorama económico son a mi juicio demasiadas. El
tiempo lo dirá.
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